La mesa no es cómoda.
El equipo ocupa mucho espacio.
Algunos técnicos operan el dispositivo y hacen ruido detrás de la cabeza del paciente.
Además, los ojos están
protegidos con una diadema, para que el aceite no entre en contacto con los ojos, lo que sería muy irritante. Pero
la diadema disminuye la sensación y el efecto del flujo en la frente.
Se han desarrollado algunos sistemas automáticos, pero son muy caros (varios miles de dólares) y todavía no son
cómodos.